
La contaminación atmosférica, la capa de ozono, el humo de los coches y de los cigarrillos, la mala iluminación y en general un ambiente laboral en condiciones deficientes puede derivar en afecciones importantes en el lagrimal del ojo y en la cornea, así como infecciones de distinto tipo.
Según coinciden los especialistas, las agresiones contaminantes de la atmósfera sobre el ojo deterioran y secan la película lagrimal, habitualmente compuesta por una capa lipídica. Esta falta de humedad puede provocar queratitis, una afección de la cornea que deja cicatrices y que puede causar graves alteraciones en la vista.
Otro de los peligros deriva del uso de lentes de contacto, que absorben polvo, humo, vientos y partículas contaminantes de las piscinas y de las playas. Al estar en contacto con la superficie ocular, las lentes pueden causar intolerancia, irritaciones, ulceras e incluso infecciones graves que provocan la perdida de visión.
Fuente: Gaceta óptica
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