El 80% de los casos de discapacidad visual se pueden evitar o curar
Por cada persona ciega hay en promedio tres con baja visión Por: Solange Mendizabal
Si le cuesta ver bien de cerca cuando ordena la casa o cocina, tiene dificultades para reconocer la cara de sus amigos o familiares, o debe esforzarse mucho para leer los carteles de la calle, usted debería consultar con un oftalmólogo, ya que podría ser una de las 285 millones de personas del mundo que padecen una discapacidad visual.
Existen dos tipos de invalidez que afectan la vista. Por un lado, la baja visión, a la que la OMS define como “una incapacidad de la función visual aún después de tratamiento y/o corrección refractiva”, y que afecta a 246 millones de personas en el mundo. Y por otro, se encuentra la ceguera, que comprende a 39 millones de seres humanos.
Perla Mayo es docente de educación especial, y creadora del primer centro de baja visión en la Argentina. Unos años atrás, mientras enseñaba en una escuela para niños no videntes, uno de sus alumnos le remarcó que no llevaba puesta una de las joyas que siempre utilizaba. “Entonces me di cuenta de que muchos chicos estaban catalogados como ‘ciegos’, aunque en realidad podían ver algunas cosas”, indicó.
Así fue que comenzó a estudiar el tema y a organizar campañas de difusión para concientizar a la población sobre la prevención de las enfermedades oftalmológicas. “Si se detectan los casos de baja visión tempranamente, se pueden llevar a cabo procesos de rehabilitación, además de dotar a los pacientes de lentes especiales que les permitirán llevar una vida normal, e incluso ir a un colegio común en lugar de un centro para ciegos”, explicó Mayo.
Esta docente fue la impulsora de la ley del bastón verde, normativa que creó un bastón para las personas de baja visión, que sentían que, al estar en un lugar intermedio entre la ceguera y la percepción normal, eran discriminados. “Yo tuve pacientes que me decían que no podían pararse a mirar una vidriera con el bastón blanco porque los demás pensaban que estaba fingiendo o que les iba a robar”, comentó Mayo. Ahora, con este nuevo instrumento, sienten que pertenecen a una categoría intermedia, ni son ciegos, ni ven a la perfección: tienen baja visión, es decir, ven poco.
Resulta primordial, como lo resalta la profesora, conocer sobre esta enfermedad, ya que en el 80% de los casos, puede evitarse o curarse. El grupo de mayor riesgo de contraer esta discapacidad es la de la población mayor de 50 años, pero también existe una significativa probabilidad de padecerlo en el caso de los bebes prematuros.
Los síntomas de la baja visión incluyen la disminución de la visión central, de contraste y deslumbramiento, las pérdidas múltiples del campo visual, la vista distorsionada o borrosa de las cosas y la percepción en túnel (cuando desaparecen todos los objetos que están en la periferia). En estos casos hay que consultar con un oftalmólogo y un especialista en baja visión, que podrá informarlo sobre las medidas de rehabilitación y el uso de lentes especiales que le permitirán llevar una vida normal.
Estas pautas modifican la calidad de vida de las personas que padecen la enfermedad. “Una paciente me vino a agradecer porque por primera vez le pudo ver la cara a su nieta. Esas historias son increíbles”, relata Mayo, que además preside la asociación “El derecho a ver”.
La especialista en baja visión recomienda hacerse cinco estudios oftalmológicos de rutina, que son: el examen de la agudeza visual, la presión ocular, el fondo de ojo, el estudio de retina y el de campo visual. Estos análisis pueden evitar que una persona desarrolle una discapacidad o incluso la ceguera.
Ceguera en los bebes prematuros: una simple inspección ocular puede evitarla
La primera causa de ceguera y baja visión en la infancia es la retinopatía del prematuro. Esta patología ocurre porque cuando los bebes nacen antes de la semana 28 de gestación no tienen la retina totalmente formada y puede suceder que se produzca esta malformación, con distintos grados de severidad. Mayo explica que existen dos intervenciones que, si se realizan en las primeras semanas de vida, pueden reducir o impedir la pérdida de la vista. Estos son: el control oftalmológico y el manejo correcto del nivel de saturación de oxígeno, en los casos en que está suministrado artificialmente.
En el país, de acuerdo a las cifras difundidas por la Fundación para la Salud Materno Infantil (Fundasamin), hay entre un 8% y un 10% de bebés prematuros, con menos de 2.500 gramos de peso al nacer. Este dato revela la importancia de que un oftalmólogo o un neonatologo pueda revisar a los nacidos antes de término para prevenir esta enfermedad o impedir su avance.
La baja visión en cifras
• Según la OMS, la distribución mundial de las principales causas de esta enfermedad son: los errores de refracción no corregidos, como la miopía, hipermetropía o astigmatismo (43%), las cataratas (33%) y el glaucoma (2%).
• Aproximadamente un 90% de la carga mundial de discapacidad visual se concentra en los países en desarrollo.
• En América Latina viven cerca de 10 millones de ciegos y débiles visuales, y de ellos, más del 80% conforma la población de baja visión.
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