El Síndrome de Sjögren (SS) es una afección inflamatoria crónica secundaria a una alteración del sistema inmunológico. Si bien se trata de un desorden sistémico (de todo el organismo), las glándulas de secreción externa (sobre todo lagrimales, salivares, nasales) y las articulaciones y músculos se afectan con predilección. La Inflamación (y consecuente destrucción) de estas estructuras se traduce clínicamente en síntomas derivados del déficit secretorio (sequedad de los tejidos).
El SS ya no es considerado como una rareza médica. Por el contrario, se estima que afecta a una persona de cada 100 a 300 ( predomina en mujeres mayores de cuarenta años) y por cada paciente en quien está asociado a artritis reumatoidea (AR), lupus eritematoso sistémico (LES) u otra afección reumática (SS secundario), probablemente exista otro en quien el SS ocurre en forma aislada (SS primario). Desde el punto de vista opuesto se admite que uno de cada cinco pacientes con Artritis reumatoidea presenta simultáneamente SS.
Siendo, por lo tanto, una de las enfermedades reumáticas más comunes, el SS es, sorprendentemente, una de aquéllas enfermedades diagnosticadas con menor frecuencia. Algunas causas de este escaso reconocimiento son:
- Escasa difusión pública. A pesar de su frecuencia, el SS es poco conocido por el "ciudadano promedio".
- Escaso o nulo conocimiento por parte de los médicos no especializados del abanico de síntomas de la afección y de las técnicas para su diagnóstico.
- La noción de que ( SS "solo afecta a mujeres menopaúsicas" ) . Con menor frecuencia puede observarse también en mujeres menores de 30 años y aún en hombres.
- Los síntomas pueden ser insidiosos y sutiles y considerados triviales por familiares y médicos o "secundarios a la edad".
- La presencia de sequedad bucal, ojos irritados y fatiga severa, suelen ser atribuidos a "depresión" o "psiconeurosis".
- Ausencia de anormalidades en los análisis complementarios que sugieran el diagnóstico de SS. En efecto, en algunos pacientes no se detectan los llamados "autoanticuerpos" que representan la manifestación mensurable de la anormalidad inmunológica del SS. Esta ausencia no invalida el diagnóstico.
Los factores nombrados, entre otros, generan demoras a veces muy prolongadas en el diagnóstico de SS e interminables "peregrinaciones" de los pacientes consultando a especialistas diversos.
En los casos de SS secundarios a AR, LES, esclerodermia u otros enfermedades, los síntomas que predominan casi siempre corresponden a la afección de base. Pero aún en estos pacientes el "ingrediente adicional" del SS puede acentuar significativamente la invalidez funcional y pasar desapercibido dentro de lo heterogéneo del cuadro clínico.
No se conocen en el presente las causas (y por lo tanto la curación) del Síndrome de Sjögren. Específicamente se desconoce que factor o factores provocan la aberración del sistema inmune que genera a su vez el compromiso de múltiples órganos (glandulares y no glandulares). No obstante. y como en otras afecciones reumáticas crónicas, "no poder curar no significa no poder tratar". El permanente refinamiento de los tratamientos locales (lágrimas y salivas artificiales, lubricantes vaginales, emolientes cutáneos, etc.) alivio los síntomas y previene o reduce el daño de tejidos nobles ( por ejemplo la córnea y otros membranas oculares). Por otro lado el tratamiento por vía general con un siempre creciente número de agentes inmunomoduladores ( drogas que tienden a corregir la respuesta inmune alterada y consecuentemente a inhibir la inflamación en los órganos comprometidos) puede controlar la progresión de la afección si bien no es capaz de restituir la función original en los órganos ya dañados.
Como es aplicable a cualquier desorden de evolución crónica, el diagnóstico precoz del SS conduce a un tratamiento temprano capaz de prevenir secuelas irreversibles. En este sentido, lo impreciso e inespecífico del cuadro clínico del SS, en sus primeras etapas suele llevar a los pacientes a la realización de tratamientos heterodoxos y extravagantes, que carecen de fundamento científico y que dejan "pasar" el momento terapéutico oportuno.
Todas las evidencias disponibles indican un muy imperfecto conocimiento del SS en nuestro país. Precisamente, organizaciones como ASSA destinados a 1) educar a pacientes y familiares acerco de este síndrome Clínico; 2) diseminar y mejorar las nociones sobre la afección en el público y también entre los profesionales de la salud; 3) apoyar y estimular la investigación básica y clínica que, permiten "familiarizar" y "advertir" sobre la existencia y características del SS. Un creciente reconocimiento de casos cada vez más iniciales de la afección es una de las consecuencias naturales de ese accionar. El crecimiento de ASSA puede contribuir sustancialmente a modificar el escenario actual respecto del desorden que nos ocupa. La experiencia recogida en países más desarrollados, en términos de la tarea de grupos de autoayuda para enfermedades crónicas, apoya decididamente esa presunción.
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